Si bien el director manchego ha logrado cosechar en Hollywood dos Oscar, difícilmente esta adaptación repetirá su ristra de éxitos en los Premios Tony del teatro neoyorquino.
El cineasta español, que no la había visto terminada, llegó al estreno «con mucha curiosidad», sintiéndose «como si fuera la madre de toda la compañía». Almodóvar ha supervisado la adaptación para que no desvirtúe demasiado la esencia de su película. Flamencas, peinetas y toros han pasado la criba, por mucho que él no los hubiera puesto jamás. «Pero estamos en América», se resignó. La americanización tenía sus límites. No permitió, por ejemplo, que el terrorista con el que se lía Candela sea un falangista, por incorrecto que suene hoy lo de chiíta. El guión musical ha sacrificado por respeto cultural buenas bromas que hacían referencia al mundo islámico o a los Testigos de Jehová, esa religión en la que Chus Lampreave se ampara para no mentir. Aún así el público del Lincoln Center que llenó el pasado jueves el Teatro Belasco con la misma etiqueta que si fuera a la ópera se desternilló de risa.
Todos percibieron, eso sí, el frenético movimiento del escenario donde personajes y muebles corrían de lado a lado. The New York Times 'denuncia que el valium del gazpacho era el medicamento equivocado para la obra. «Lo que esta producción necesita es Ritalin», el medicamento para niños hiperactivos que no logran consumar nada «y que ahora se ha cobrado una víctima en Broadway», decía el rotativo que tantas veces se ha rendido a Almodóvar. «Tan pronto como se empieza a desarrollar un personaje, aterriza una gracia o vende una canción, cambia de marcha y se lanza a por otro personaje u otro número que deja incompleto.
The Washington Post asegura que «tu ojo nunca se aburrirá cuando veas 'Mujeres...',pero probablemente saldrás sintiendo que te han timado con la experiencia». El crítico de 'Bloomberg' incluso parecía temer que el director español se sintiera ofendido. «Por el camino a Broadway que ha recorrido el Madrid underground de Pedro Almodóvar la inspiración ha sufrido su propia crisis».
Almodóvar no estaba ni mucho menos ofendido, sino encantado con el honor de que su película sea la primera del cine español en llegar a Broadway, «un lugar mitológico, casi irreal, como Hollywood», explicó ilusionado. «Sobre todo porque yo no soy ningún director teatral, así que esto es como un regalo». Le halagaba la reflexión que se hace sobre toda la estética de su primera etapa y la oda a Madrid con la que empieza el musical, pese a que bien podía haberse desarrollado en cualquier ciudad.
Y encima debutando en un teatro «de tanta solera», con actrices como Patti LuPone «que son un lujo», se regodeó Almodóvar. LuPone, por cierto, protagoniza el mejor número musical de la obra, corriendo de teléfono en teléfono para dejar mensajes a Pepa. «Viéndola me he dado cuenta de lo difícil que era de adaptar al teatro», reconoció Almodóvar, que admite sentirse tentado por el teatro aunque no precisamente por los musicales.
N.Millán
No hay comentarios:
Publicar un comentario